sábado, julio 28, 2012
Reducción estadística de la pobreza y de la desigualdad
(Cómo reducir el indicador de desigualdad cuando crece la
desigualdad)
En las últimas semanas hemos
asistido a un festín comunicacional con el tema de la pobreza y la desigualdad.
El ministro Lavin y toda la corte celestial que deambula entre La Moneda y el
Parlamento, se han dado cita ante las cámaras para exponer sus “ideas”, que no
son más que el reflejo de sus intereses personales y de grupo. Feliz el
presidente Piñera y sus ministros con la reducción de la pobreza y la
desigualdad.
Reducción de la Pobreza
En relación a la reducción de la
pobreza, es difícil entender -y francamente es una ofensa a la inteligencia-
que se nos diga que 150 mil chilenos han dejado de ser indigentes, gracias a
que superaron la barrera de los 36 mil pesos mensuales y, ahora, están
“felizmente” entre esa cifra y 72 mil pesos por mes para vivir, es decir,
comer, vestirse, educarse, transportarse, etcétera ¿Es necedad o crueldad? ¿Hay
que alegrarse por ello? También se nos explica que la pobreza se ha reducido,
gracias a que hoy solo hay un 14,4% de personas por debajo de 72 mil pesos
mensuales. Esta cifra supuestamente consiste en una cantidad de ingresos que
permitirían satisfacer en medida muy menor las necesidades de las personas, es
decir, superando esa cifra se estaría con cierta holgura para enfrentar los
gastos mensuales ¿Es posible decir que una persona con 72 mil pesos puede
mensualmente hacer frente a las necesidades que tiene? ¿Puede vestirse, comer,
transportarse, educarse, capear el frío con esa cifra? ¿Es posible creer
semejante absurdo? Es cuestión de hacer cálculos mínimos, con una calculadora
de bolsillo, para darse cuenta lo aberrantes y desquiciadas que están las
cifras oficiales y los debates de los “entendidos”. Solo en trasporte (2 viajes
por día solo para ir a trabajar) le consumen el 33% de esos ingresos, un kilo
de pan cada tres días es un 14%. Como aún no tenemos los datos de la nueva
encuesta, tenemos necesariamente que recurrir a los datos anteriores (2009). Si
utilizamos la metodología para medir la pobreza de Estados Unidos, la pobreza
en Chile sería -para el año 2009- de 5,9 millones de personas. Si aplicamos la
fórmula europea, el número llegaría a 7,6 millones de personas.
Lo anterior se explica porque se
utiliza una metodología completamente obsoleta. Simplemente, se estima cuánto
cuestan en su valor mínimo, las dos mil calorías diarias que necesita una
persona para vivir, lo que según la CASEN hoy es de 36 mil pesos, que de no
tenerlos se es indigente; después de saber ese costo, se aplica el supuesto de
que las personas gastan las mitad de su ingreso en alimentación y de allí, el
costo de las dos mil calorías diarias al mes se multiplica por dos. Con ese
valor se estima la línea de pobreza. En Estados Unidos, se multiplicaría por
tres, dado que suponen que solo 1/3 del ingreso es destinado a la alimentación,
es decir, la línea de pobreza sería de 108 mil pesos mensuales. En Europa,
suponen que la pobreza es relativa y, en consecuencia, estiman que sería más o
menos el 60% del ingreso mediano, por lo que en Chile sería de 132 mil pesos
mensuales. Con esas escuálidas cifras solamente, llegamos a cantidades
alarmantes de personas insuficientemente satisfechas en sus necesidades. Si nos
ponemos exigentes y estimamos las necesidades mínimas (educación, salud,
recreación, alimentación, ropa, energía, etcétera) en unos 300 mil pesos
mensuales, fácilmente nos encontramos con un país que tiene al 90% de la
población insuficientemente satisfecha en sus necesidades. Pueden parecer
descabelladas estas cifras, pero, pensemos nada más que el salario del 76% de
los trabajadores es inferior a 350 mil pesos mensuales y que un 50% de los
trabajadores recibe menos de 220 mil pesos al mes. Es más grave aún, el salario
promedio mensual es de 360 mil pesos, es decir, 2 salarios mínimos ¿Estas
cifras pueden avalar el postulado de que hay solo un 14,4% de pobres en Chile?
El gran argumento esgrimido para
no modificar la metodología es que no serían comparables las cifras. Otro
agravio a la inteligencia, puesto que, ninguna realidad es comparable, éstas
cambian todos los días, hoy los pobres usan zapatos y antes andaban descalzos,
hoy pobres y ricos usan celulares, antes ni las clases medias tenían teléfono.
En consecuencia, es un muy mal argumento. Los métodos deben dar cuenta del
problema que estamos enfrentando para solucionarlo y no para ver si antes era
mejor o peor la realidad. Los indicadores tienen que ajustarse a la realidad y
no al revés.
Reducción de la Desigualdad
Según las estadísticas del Banco
Central de Chile, en el año 2008, del ingreso generado en el país, un 40%
correspondía a remuneraciones de asalariados, mientras que el 57% eran excedentes
de explotación, es decir, utilidades de empresas financieras y no financieras. Dos
años después, el 2010, el 39% por ciento correspondía a salarios y un 59% a
utilidades. Es decir, creció la desigualdad entre trabajo y capital.
En marzo de 2012, el Diario
Financiero publicó un ranking preliminar de las poco más de 300 empresas
que habían reportado sus estados financieros al cierre de 2011, a la SVS
(Superintendencia de Valores y Seguros). En total, las empresas revisadas
sumaron 25.543 millones de dólares en utilidades para el 2011 y cerca de 30.000
millones de dólares en el 2010. Según La Tercera, en abril de 2011, las 570
firmas que reportaron balances a la SVS, evidenciaron un alza de 45% en sus
resultados para el año 2010, con ganancias por 36.200 millones de dólares. A
pesar de la caída en 2011, respecto del 2010, las empresas grandes han tenido
importantes flujos de utilidades. Esto contrasta con el escuálido aumento de
las remuneraciones reales que, según el Banco Central de Chile, se habrían
incrementado en un 1,7% para el 2010 y en un 1,8% para el 2011. Obviamente, es
cosa de ver las cifras, las utilidades de las empresas crecieron mucho más que
las remuneraciones, en consecuencia, la desigualdad necesariamente debería
incrementarse y no reducirse entre el 2009 y el 2011, pero, la encuesta CASEN
dice lo contrario.
Por otra
parte, si consideramos los datos publicados por la Revista Forbes, la familia
Luksic habría incrementado su patrimonio en un 73% en el período 2010-2011 y la
familia Paulmman, más que duplicado su capital con un incremento del 110%. Esto
en comparación al incremento de no más del 3,5% de las remuneraciones en el
período 2009-2011, claramente no permite sostener la tesis de la reducción en
la desigualdad, tal como lo sostiene la encuesta CASEN.
Sin embargo, es perfectamente
posible que, al mismo tiempo que crezca la desigualdad real, los indicadores de
desigualdad muestren lo contrario. En primer lugar, esto ocurre por la
metodología utilizada, la cual, aplicada a países bien ordenados con
desigualdades menores, tales como Suecia, Finlandia, por ejemplo, arrojaría
resultados correctos. Pero, aplicada ésta a Chile, francamente es todo un
despropósito. En segundo lugar, habría que considerar que las familias más
ricas del país no están en la encuesta CASEN. Por ejemplo, si tomamos el
aumento del patrimonio de dos familias (Luksic y Paulmman) entre el 2010 y el
2011, según Forbes, Luksic habría ganado aproximadamente 340 mil millones de
pesos mensuales, mientras la familia Paulmman, llegaría a los 230 mil millones
de pesos mensuales. Sin embargo, según la Fundación Sol, el ingreso mensual promedio del 1% de hogares más ricos (unas 45
mil familias) era de 7.843.061 pesos. Es decir, el ingreso promedio de los más
ricos, según la CASEN, no incluye ni de cerca al ingreso que efectivamente
disponen los más ricos en Chile. En consecuencia, dado que sus ingresos no
están considerados, la desigualdad puede crecer hasta el infinito y no será
registrado por las encuestas. Esto lo saben las autoridades, pero, no se hacen
cargo de este grave error.
Finalmente, es posible demostrar que la desigualdad puede
incrementarse, aún cuando los indicadores digan lo contrario. Esto puede
ocurrir incluso con los ingresos registrados en la encuesta CASEN, simplemente
por un aumento en la desigualdad al interior de los que la encuesta dice que
son el 10% más rico. En Chile no hay un 10% de gente rica. Los ricos son con
suerte el 1% de la población y los más ricos, son incluso menos. En
consecuencia, podría ocurrir, como de hecho ha ocurrido según la última
encuesta, una disminución del ingreso promedio del 10% más rico y un aumento
del ingreso promedio del 10% más pobre y, entonces, se produce el milagro: se
reduce la desigualdad. Pero como a nosotros nos interesa la desigualdad entre
ricos y pobres y no entre gente que no puede catalogarse de rica y los pobres,
tenemos que ser más precisos y delicados en los cálculos.
Acá un ejercicio que nos permite descubrir el secreto del milagro:
Según la encuesta CASEN, el ingreso promedio de una familia pobre
subió de 121,625 pesos en el 2009 a 135,108 pesos en el 2011. También, el
ingreso promedio del 10% más rico cayó de 3.150.076 pesos en el 2009 a
3.048.821 pesos en el 2011; por lo tanto, necesariamente cae la relación entre
el ingreso del 10% más rico y el 10% más pobre. Todo esto es oficial: la
desigualdad cae desde 25,9 a 22,6.
Ahora bien, partiendo de la base de que las utilidades han crecido
más que los salarios y que las familias muy ricas han incrementado
considerablemente sus ingresos, podríamos suponer un incremento del 20% en los
ingresos de las familias muy ricas (el 1% de las que están en la CASEN), es
decir, podríamos hipotéticamente (ya que la información oficial no está
disponible) pensar que la desigualdad ha crecido, con la certeza de que la
brecha entre ricos y pobres no se ha reducido, puesto que, no han aumentado los
salarios ni el sueldo mínimo de manera significativa, ni tampoco ha aumentado
el poder de los trabajadores para mejoras sus salarios. Luego, para ser
consistentes con los datos oficiales, es necesario también suponer que el
ingreso promedio del resto de las familias del 10% más rico se redujo de
2.651.465 pesos a 2.473.976 pesos. Esto es perfectamente posible, dado que esos
ingresos son percibidos por sectores medios acomodados y profesionales que
también son susceptibles de rebajas salariales. Por lo tanto, es posible que
aumente la desigualdad entre ricos y pobres, en este caso, la relación entre el
1% más rico y el 10% más pobre -que pasa de 64,5 veces a 69,7- al mismo tiempo
que se reduce la desigualdad medida oficialmente por el indicador que establece
la relación entre el 10% más rico y el 10% más pobre.
Esto es lo que debería haber ocurrido, lo que solo será posible
demostrar cuando el gobierno libere los datos oficiales, pero, es una hipótesis
coherente con las condiciones en que se desenvuelve hoy la economía chilena.
Para medir efectivamente la desigualdad, en primer lugar hay que
incorporar los ingresos de los muy ricos en Chile, lo cual no es difícil pues
son pocos y hasta los gringos saben cuánto ganan. Por otra parte, es necesario
comparar el ingreso del 1% de ricos con el 10% de pobres. Si hacemos eso, los
resultados serían escandalosos.
Marcel Claude
(publicado en El Rastro julio 27, 2012)
Publicado por Unknown en 2:21 p. m.
Subscribe to:
Enviar comentarios (Atom)
1 Comment:
Marcel,
Creo que siempre se ha criticado al socialismo y al comunismo por su propaganda política. Pero la propaganda política del neoliberalismo (para mí una larva parasitaria que carcome el capitalismo por dentro) es igual o peor. Cada vez que veo como se manipula la información de encuestas y en los medios me acuerdo de esa excelente novela 1984 de George Orwell (contrariamente a lo que se cree popularmente, Orwell fue socialista y demócrata hasta su muerte).
Saludos.
Post a Comment