Marcel Claude
Investigador Centro de Estudios para la Industrialización CEIAI-GNR
Docente Depto. Tecnologías Industriales
Facultad Tecnológica
Universidad de Santiago de Chile
El Esequibo es un territorio en disputa entre
Venezuela y Guyana, cuyo conflicto hoy se ha reavivado desde que la ExxonMobil
encontró importantes yacimientos de petróleo en 2015 en aquellos territorios
que Venezuela lleva más de un siglo tratando de recuperar, dado que siempre le
pertenecieron hasta que en 1899 el Reino Unido -en complicidad con Estados
Unidos- se los arrebató mediante el llamado Laudo Arbitral que fue el resultado
de una componenda judicial entre ambas potencias anglosajonas en contra de
Venezuela. En esta columna intentaremos
ilustrar las claves económicas de un conflicto que a todas luces dice relación
con el petróleo: la sangre negra del capitalismo.
Lo que sabemos es que de los 15 países con mayores reservas probadas de
petróleo en el mundo al 2020, Venezuela tiene la más grande con un 19% y entre
África, Venezuela y Oriente Próximo representan el 75%, mientras EEUU apenas
llega al 4% y ningún país de Europa Occidental se encuentra dentro de ese
selecto grupo. Se debe tener en cuenta
que el modo de vida occidental descansa en el petróleo como fuente de energía y
que sólo faltan 42 años para que se agoten las reservas de crudo existentes en
el planeta, según lo aseguró el director del Centro de Investigación en Energía
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Claudio Estrada Gasca. Lo anterior nos permite proyectar severos y
críticos conflictos territoriales cuando de petróleo se trate en las próximas
décadas.
Por otra parte, la República Cooperativa de Guyana es un país de
Sudamérica ubicado en la costa del Atlántico con una población de unos 800 mil
habitantes, siendo uno de los países más pobres del Caribe, puesto que el 35,1%
de la población vive por debajo del umbral de pobreza (1 dólar al día). Hace aproximadamente 60 años, cuando se firma
el Acuerdo de Ginebra para resolver la controversia entre Venezuela y el Reino
Unido sobre la frontera con la Guayana Británica, este último país se dedicaba
a la exportación de arroz y azúcar. En
la actualidad, según el FMI es el país que más ha crecido: mientras en el 2022
el aumento del PIB fue de 62%, en el 2023 llegó al 38% y se proyecta un
crecimiento del 27% para el año venidero.
Considérese que una potencia económica como China ha tenido en los
últimos 30 años un crecimiento promedio de 10% anual y eso es considerado un
tremendo éxito económico. Sin embargo, el
enorme crecimiento del PIB en Guyana se explica por la producción de petróleo
que realizan grandes consorcios petroleros como ExxonMobil y Hess Corporation,
que llevaron la producción de petróleo de mil 200 barriles por día en 2019 a
390 mil en 2023.
En este contexto, bien vale
la pena preguntarse ¿Quién crece cuando Guyana crece? Ciertamente es difícil
saberlo puesto que una de las consecuencias de utilizar el PIB (Producto
Interno Bruto) como el indicador principal de la actividad económica es que no
se puede distinguir entre el rol de la inversión extranjera del que juegan las
empresas y trabajadores nacionales. El
caso de Guyana es por excelencia una prueba de que un país puede crecer de una
manera descomunal y seguir siendo pobre y estancado, puesto que el crecimiento
económico es para beneficio de las empresas multinacionales extranjeras.
Lo que es evidente en este
conflicto es que su reactivación tiene que ver con el petróleo descubierto por
ExxonMobil en el 2015. Y esto no es una
cuestión menor, dado que, tal como lo señalaba en el 2008 Pablo Uc en “El discurso geopolítico del petróleo”,
el llamado oro negro no sólo constituye la piedra angular de la economía
contemporánea, sino además, la brújula del actual escenario de conflictos
internacionales y del paradigma energético vigente. Para Uc, toda realidad, especialmente para
quienes se benefician de ella, conlleva la construcción de un discurso que le
da legitimidad. En el caso de un mundo
dependiente del petróleo, el “discurso
geopolítico petrolero” es fundamental para entender la “naturalización” de
las políticas belicistas para la obtención e incremento de los recursos
petroleros y de la riqueza que aprovecha la oligarquía petrolera que es lo que ha
ocurrido con las intervenciones estadounidenses en los últimos 20 años.
Lo anterior es consistente
con lo señalado por James Cypher en el 2015 en su publicación sobre “La economía política de las intervenciones
militares de EEUU desde 1945” cuando sostiene que entre 1945 y 1999 las
intervenciones militares de EEUU se expandieron por todo el mundo y con la promulgación de la ’Doctrina Bush’ –que se arroga la opción
de iniciar una guerra de manera unilateral en el marco de la Estrategia
Nacional de Seguridad de EEUU- éstas se ampliaron. Entre 2000 y 2014 se autorizaron
81 intervenciones, generando un escenario de guerra constante. Como lo señala
Cypher, la configuración poscolonial ha permitido que las intervenciones
estadounidenses se ejecuten a lo largo del Sur Global como ejercicios de poder
hegemónico, justificando sus acciones a través de un argumento altruista y
desinteresado; no obstante, ni los intereses económicos directos ni la
ampliación de las estructuras geopolíticas de dominación son hechos reconocidos
por los poderes fácticos como los verdaderos motivos de las intervenciones.
Sin embargo, de cuando en cuando la verdad
asoma entre tanto relato ideológicamente intencionado. Paul Pillar, jefe de la CIA para Oriente
Próximo entre 2000 y 2005, declaraba al diario El País: “La Administración de Bush lanzó una campaña organizada de manipulación
para justificar la decisión ya adoptada por razones políticas de ir a la guerra
de Irak. Ni las armas de destrucción masiva ni los inexistentes vínculos entre
Sadam Husein y Al Qaeda fueron los motivos reales de la guerra” (El país,
2006).
Estas declaraciones de
Pillar permiten verificar los verdaderos intereses que se mueven detrás de
estos conflictos petroleros y nos facilitan la individualización de los actores
que mueven los hilos del escenario que se construye. Como ya se dijo, la disputa por el Esequibo
se atiza con el descubrimiento de yacimientos petrolíferos por parte de la
ExxonMobil, una corporación que se encuentra dentro de las 4 mayores empresas
de petróleo del mundo con ventas anuales superiores a los 393 mil millones de
dólares en 2022. Dentro del ranking de
las principales empresas de petróleo y gas en los Estados Unidos en julio de
2022, ExxonMobil es la que presentaba el mayor valor o precio de venta (357 mil
millones de dólares) y durante el 2023 mostró las mayores ganancias con un crecimiento
espectacular en los tres últimos años.
ExxonMobil no es sólo una
corporación petrolera, tiene además un rol político fundamental en la
configuración de la geopolítica estadounidense.
En una tesis del año 2016 de la Universidad de Bogotá realizada por Luisa
Fernanda Moreno Lara “Las empresas energéticas y la
gran estrategia estadounidense hacia Irak: una reflexión sobre el rol de
ExxonMobil y Chevron como grupos económicos y de presión (2001- 2011)”, la autora señala que en 2001,
para superar la escasez energética, el gobierno de Bush creó la llamada Energy
Task Force, que contaba con la participación de altos ejecutivos de las
grandes multinacionales energéticas del país, entre ellas ExxonMobil. Además, se señala que después de las
reuniones secretas en la Casa Blanca en las que participaban los representantes
de las empresas de energía, como el vicepresidente de ExxonMobil en 2001, se
estableció la idea de que la intervención militar en Irak debería constituir
una estrategia de seguridad energética. La incursión militar de EEUU en Irak, obtuvo
un apoyo financiero considerable de éstas empresas privadas (75% de los costos
fue asumido por el sector privado).
Dentro de los objetivos alcanzados por la ExxonMobil
después de la incursión en Irak, cabe señalar, entre otros, que ExxonMobil se
adjudicó un contrato para la explotación de la zona de Qurna Occidental que
cuenta con 8,7 mil millones comprobados de barriles de petróleo. Además, un
contrato de explotación compartido por 20 años con Shell, que permitió la
ampliación de la producción de 300,000 barriles a 2,3 millones de barriles por
día, en los primeros seis años del contrato. ExxonMobil obtuvo el 80% de las
ganancias.
Claramente no era la defensa
de la democracia ni de la libertad que inspiraban los bombardeos sobre Irak y
tampoco serán esos “valores superiores” del Occidente que inspirarán las
acciones geopolíticas de EEUU para hacerse del Esequibo venezolano.
“Tristes guerras si no es amor la empresa,
tristes, tristes” (Miguel Hernández)
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