En la última cumbre del MERCOSUR en Córdoba, la Presidenta Michelle Bachelet pretendía acercar posiciones con Argentina debido al alza en el valor del gas que nos exporta el vecino país. La derecha y la Concertación esperaban una reacción firme frente al gobierno de Néstor Kirchner, porque lo acusan de no cumplir con los acuerdos comerciales.
Sin embargo, la crisis energética por la cual atraviesa Chile no es un asunto diplomático, como lo han hecho ver las autoridades políticas, que tratan de desligarse de la responsabilidad propia culpando a Argentina. Esta argucia comunicacional esconde la deficiente política de los gobiernos de la Concertación para responder a las necesidades energéticas crecientes del país.
Ahora se nos informa que Argentina subirá el costo del gas que exporta a Chile en un 45%, por lo que comenzó un intenso lobby con las empresas distribuidoras para que no traspasen este aumento a los consumidores. Las empresas están dispuestas a asumir el incremento, como si se tratara de una obra de buena voluntad. Lo cierto es que las distribuidoras ya cobraban un alto costo por el gas en Chile, tal como lo señaló el ministro de Planificación argentino, Julio de Vido.
De hecho, las empresas chilenas compraban el millón de BTU (unidad de medida del gas) a 2,4 dólares y lo vendían por sobre los 20 dólares. O sea, los consumidores finales pagaban un precio casi diez veces superior al precio de compra de las distribuidoras de gas natural en Chile. Los distribuidores han rechazado estos datos y han manifestado que por el costo de las inversiones y los intereses que deben pagar por los créditos asociados a las inversiones realizadas, obtienen sólo una rentabilidad del 12%, lo que técnicamente puede ser correcto, pero, en términos reales se podría cuestionar seriamente, debido al funcionamiento monopólico de estas empresas. Sabemos la habilidad que tienen las empresas chilenas –sobre todo, las grandes- para ocultar las utilidades extraordinarias que obtienen y no hay razón alguna para suponer que, en este caso, estemos ante una excepción.
Así, la discusión se ha manejado en términos cortoplazistas, pero no han existido reflexiones acerca de la imperiosa necesidad de diversificar las fuentes de energía, sobre todo en un país como Chile, cuya demanda por energía eléctrica, por ejemplo, aumenta entre 7,5 a 8 por ciento al año.
Lamentablemente, vemos cómo se ha intentado concentrar el problema en el incumplimiento del gobierno argentino, y se ha hecho la vista gorda a la forma en que operan en Chile las distribuidoras del gas natural, cobrando precios monopólicos, aprovechando la situación de privilegio que ocupan, la enorme desprotección en que se encuentran los consumidores de gas, y el desinterés de las autoridades en fortalecer y defender los derechos de los consumidores, con el agravante de que se utilizan estos problemas para cultivar una actitud negativa y beligerante con los países vecinos de América Latina.
Marcel Claude, Economista.
jueves, diciembre 21, 2006
Crisis Energética y Argentina
Publicado por Unknown en 4:20 a. m.
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