jueves, diciembre 21, 2006

La Movilización Estudiantil


Desde hace un mes, Chile ha observado las manifestaciones de los estudiantes secundarios, que exigen como punto central de sus demandas la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE). Este legado de la dictadura que se publicó justo el día antes del comienzo de la transición a la democracia, desestima absolutamente el rol del Estado y deja al mercado como el gran instrumento de administración de la educación chilena.

En Chile, la disparidad entre los colegios municipales y privados es abismante. Por ejemplo, en la prueba SIMCE, que mide la calidad de la educación, esta brecha entre la enseñanza estatal y la privada se manifiesta grotescamente. En el 2004, por ejemplo, el 70% de los colegios que reciben a alumnos de estratos bajos mantuvo los malos resultados expresados en todas las pruebas anteriores. Incluso, un 12% empeoró el rendimiento. En términos de inversión, la desigualdad es evidente, dado que, el país gasta en un alumno de colegios privados para su educación –en promedio-140 mil pesos mensuales, en cambio, la inversión en un estudiante de escuela municipal apenas alcanza los 30 mil pesos. Téngase presente que en los colegio privados sólo se educa el 8,5% de los estudiantes, por lo que resulta evidente que una enorme mayoría de estudiantes (más del 90%) recibe una pésima educación. De allí es que no nos puede sorprender la fuerza y consistencia de la movilización estudiantil.

Los secundarios han remecido el opaco escenario político que reina en Chile desde hace 16 años. Tres lustros de desesperanza contenida, han brotado de la mano de los estudiantes, jóvenes de 15 a 17 años, marchando en las calles, resistiendo la dura represión policial y elevando una protesta que -como de costumbre- las autoridades desestiman y desautorizan. Hoy, esas autoridades observan a 150 mil escolares movilizados, que están en paro o se han tomado más de 40 colegios.

Sólo ahora se les invita a conversar, siempre eso sí, con las amenazas y condicionamientos que abundan en la soberbia de los “políticos tradicionales”. Sin embargo, muchos olvidan que desde hace un año, los estudiantes comenzaron el diálogo y las peticiones. Obviamente, los compromisos asumidos por las autoridades educacionales del gobierno del ex Presidente Lagos fueron desestimados. Hoy, ya surgen voces que apuntan al ex mandatario como el responsable de la actual crisis educacional.

Los estudiantes piden una modificación radical de la educación en Chile. Nada más, ni nada menos. Sin embargo, el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, ya anunció que no existen recursos para una reforma de tal magnitud. Desafortunadamente el ministro esconde la verdad, porque Chile posee ingresos de sobra para llevar adelante esta tarea. Solamente si se hubieran aplicado royalties a los recursos naturales (pesca y minería) y se hubiese derogado la Ley Reservada del Cobre, en las últimas dos décadas el Estado hubiese tenido 32 mil millones dólares disponibles para la educación de sus jóvenes.

Lamentablemente, ministros y tecnócratas de los números se han prestado para enmascarar una situación indignante y aberrante, esta es, que el Estado de Chile prefiere que las grandes empresas ganen mucho dinero a que los jóvenes tengan la formación adecuada para el futuro no sólo de ellos sino también del País.

Para el Estado de Chile, es preferible que Luksic, Matte y Angelini sean conspicuos representantes de nuestro país en el ranking de los más ricos del mundo a que los jóvenes chilenos se eduquen como personas y ciudadanos.

Es por ello que, presidentes, tecnócratas y ministros que se prestan para enmascarar a estos grupos económicos y financieros, tales como el ex presidente Ricardo Lagos, quien calificó a Luksic y Angelini como los nuevos forjadores de la Patria, son quienes siembran de desesperanza y violencia el futuro. Estos tecnócratas como el ministro Velasco y el ex presidente Lagos son los responsables de mucha de la violencia, la drogadicción, el suicidio y la mala vida que muchos jóvenes sufrirán como resultado de una mala formación que los condenará al “pateando piedras” que Los Prisioneros ya denunciaban en los ochenta.

Marcel Claude, Economista.

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