miércoles, diciembre 20, 2006

La Inversion Privada en Chile


En estos tiempos en que el comentado asunto de la desigualdad y las críticas al modelo económico se hacen sentir en la opinión pública, es importante entender muy bien lo qué está ocurriendo con la inversión, otra variable macroeconómica que hoy por hoy tanto alegra a las autoridades del país y a los gremios empresariales. En la inversión, como en la gran mayoría de los indicadores económicos que muestran a Chile como un país exitoso, podemos detectar la huella indeleble de la depredación inmisericorde de nuestros recursos naturales y de la injusticia social. Estas dos lacras de nuestra economía, son la base fundamental de la gran concentración de riqueza que –ante la inminente elección presidencial- parece escandalizar a la clase política.

Cómo se sabe, la inversión es clave para aumentar la capacidad productiva de un país, es decir, para expandir las posibilidades de producir más y de aumentar el número de empleos. Pero, así como en las relaciones amorosas, en las que encontramos tanto amor del bueno como cariño malo, no toda inversión es precisamente eso que llamamos amor del bueno.

En el informe de octubre de la Corporación de Bienes de Capital, se destacan las buenas proyecciones que se esperan en torno a la inversión privada en Chile, de aquí al año 2009. Aunque la primera lectura de estas cifras nos induce a pensar en un mañana promisorio, un análisis más profundo trae consigo la verdadera naturaleza y el futuro impacto de esta “nueva inversión”, la que se concentra principalmente en el área de recursos naturales, en especial minería y energía, que monopolizan el 42% de la inversión, a través de la realización de megaproyectos que acarrean tremendos impactos a nuestros ecosistemas naturales.

El proyecto minero Pascua Lama de la transnacional Barrik Gold en la III región, con una inversión de más de 1.400 millones de dólares, junto a los 3.400 millones de dólares de inversión en el sector energético que Endesa, otra trasnacional, espera realizar en Aysen, son importantes ejemplos del tipo de inversión que se despliega en Chile: altamente intensivas en la extracción de recursos naturales y con una generación de empleos directos casi despreciable.

La concentración geográfica es otra característica de esta inversión, ya que el 54% se realizará en sólo 3 regiones: la Metropolitana donde se ubican las oficinas centrales de la mayoría de las empresas; la II región donde se concretarán los proyectos mineros; y la VIII donde destaca el proyecto de construir otra planta de celulosa (Nueva Aldea) por la misma empresa que destruyó el santuario de la naturaleza en el río Cruces: la ya famosa Celulosa Arauco.

Obviamente, los megaproyectos tienen una importancia preponderante en el crecimiento de la economía chilena y, por lo mismo, el aporte de esta inversión a la justicia social y a la protección de nuestros recursos naturales es prácticamente inexistente, ya que son proyectos masivamente depredadores, pagan muy pocos impuestos y generan un número despreciable de puestos de trabajo, sin contar con el hecho de que los beneficiados son compañías transnacionales y poderosos grupos económicos.

Marcel Claude, Economista.

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